B. G. G.
Cuando un país emerge de la noche dictatorial, se plantea "imponer la justicia" ante los crímenes cometidos por el tirano y sus secuaces o "mirar hacia delante, olvidándose del pasado" para no zozobrar la frágil democracia. "Quienes han encabezado y ejecutado la represión van a optar porque la mirada hacia delante sea la que se imponga, no sé si porque así interesa al país del que se trate o por la propia seguridad ante la certeza de que pueden ser objeto de enjuiciamiento", razonaba en la mañana de ayer el juez Baltasar Garzón en los cursos de verano de El Escorial (Madrid). "Ninguna sociedad se ha roto" por investigar los crímenes de su pasado, dijo por la tarde. "Si los países no son capaces de actuar hacia atrás con la fuerza de la Justicia, el futuro de esos pueblos está en entredicho", añadió.
El magistrado dirigio en Agosto un seminario en la Universidad Complutense de Madrid. Los debates se centran en casos como el de El Salvador, Colombia, Perú y Guinea Ecuatorial, pero las palabras de Garzón portan un eco más cercano, toda vez que el magistrado se encuentra suspendido a la espera de que concluya el proceso por presunta prevaricación que contra él sigue el Tribunal Supremo por intentar enjuiciar los crímenes franquistas.
"Creo que la acción de la justicia nunca es peligrosa, los que son peligrosos son quienes ponen en tela de juicio dicha acción, quienes no quieren que actúe", afirmó. En su opinión, la justicia "no quebranta nada", "al contrario, lo que hace es cohesionar y fortalecer la calidad democrática de un pueblo. (...) Su acción no debería poner en peligro nada, lo que ocurre es que aquellos que se ven investigados y, en su caso, eventualmente juzgados, presionan de nuevo con la fuerza que pueden tener al Estado y a las instituciones democráticas para evitarlo".
Abogó el juez por "darle voz" a las víctimas de las dictaduras, "y la posibilidad no solo de exigir justicia sino también de participar" en el proceso de consolidación democrática. En su opinión, no solo son "absolutamente marginadas", sino que, "con demasiada frecuencia", se culpa a las víctimas de provocar "inestabilidades" y no a los responsables de su desgracia.
Más en concreto, Garzón cargó contra la iglesia católica, que durante la Guerra Civil y la dictadura se limitó en su opinión a dar "ánimos" a los "torturados" por el franquismo -"sé paciente, hijo mío, y entrégate a Dios"-, marcando así la diferencia entre víctimas y "víctimas culpables".
También en El Escorial, el director en España de Amnistía Internacional, Esteban Beltrán, defendió la actuación del juez: "Es increíble que se haya arremetido contra Garzón por el simple hecho de cumplir con su obligación. No se trata de una cuestión moral. Los familiares de los 116.000 casos de desaparición forzada en España tienen derecho a saber". En su opinión, es el único país que ha pasado "una página negra de su historia sin leerla".
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