Cuando en la oficina donde trabajaba, probablemente hace unos ocho años, nos pusieron cámaras digitales de grabación continua, por medidas de seguridad, hubo un gran debate entre todos los compañeros. Hubo argumentos de todo tipo para rechazar la grabación desde el derecho a la intimidad al peligro de su utilización por el departamento de recursos humano, se velaba por el dinero pero no por las personas, etc.
No se pudo hacer nada, había que cumplir una ordenanza ministerial de seguridad, tampoco se si el departamento de personal utilizó aquellas imágenes para incidir en la carrera profesional de alguno. Aquellas cámaras sirvieron de prueba en una oficina de Albacete para aclarar que un atracador había robado un fajo de billetes por descuido de la cajera, se le sancionó levemente porque en la oficina era un caos de organización aquel día por incompetencia del director. Sin cámara posiblemente hubiera sido despedida.
Luego hemos visto cómo se han instalando cientos o miles de cámaras por las calles, plazas, edificios públicos y privados también como medida de seguridad. Nadie sabe a donde van a parar todas esas imágenes y quien las administra. Dicen que se destruyen automáticamente cada x tiempo, no lo se, pero la duda no ofende a nadie.
Ahora en plena era del terrorismo globalizado - los ilusos pensaban que la globalización era cosa únicamente del capitalismo - quieren que nos desnudemos virtualmente. En cierto modo se repiten las escenas de los campos de concentración, largas filas de viajeros que antes de entrar en las naves deben desnudarse, y no importa destruir los más elementales principios constitucionales como por ejemplo el de la dignidad para tapar deficiencias en otras esferas: la brecha cada vez mayor entre los muy ricos y los muy pobres.
Con las medidas que se quieren implantar en los aeropuertos, escáneres corporales, se repite el fenómeno de la gripe A y la vacunación masiva: alguien se a forrar aunque haya que considerar que todos los viajeros son CRIMINALES potenciales. Es posible que estas medidas surtan efecto y las barbaridades del 11-S y del 11-M tarden en producirse otra vez pero la libertad cada día será más frágil y las dictaduras de los poderosos más fuerte, quizás nos acostumbremos como los ciudadanos de la Alemania nazi o la Rusia de Stalin. Seamos claros, el futuro es el de los clarividentes y de esos hay pocos, pero los hay.
2 comentarios:
Que el "Presidente del mundo" haya tenido que precisar que de ninguna manera va a tolerar que las libertades constitucionales se vean afectadas por normativas antiterroristas ya da que pensar.En nuestra castiza patria se dice que si alguien del Gobierno dice (aqui poner cualquier cosa), podemos tener por cierto que se producirá exactamente lo contrario de lo afirmado.Supongo que esto es válido para casi todo el mundo.
De todas formas no vendría mal recordar lo que dijo Thomas Jefferson hace algun tiempo,"quien este dispuesto a sacrificar un poco de libertad para sentirse seguro, no merece ni lo uno ni lo otro".
Amén
Este es el gran debate del futuro, la falta de conciencia del ciudadano medio, del potencial consumidor, para percatarse de la trituradora de libertades que estamos fabricando. Ni cuando la época de guerra fría, del telón de acero, se llegó a estos extremos.
A lo mejor es que para mantener este "estado de bienestar" se hace necesario, como en UN MUNDO FELIZ, recortar nuestro libre albedrío que dicen los escolásticos.
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