En estos días en que la democracia se resquebraja, la justicia es vejada, el paro se desborda, la crisis no termina, la Iglesia se arruina, algunas cunetas aún acogen cuerpos fusilados sin piedad, el volcán llena de ceniza los cielos, los poderosos bancos se forran sin vergüenza, la ciudadanía es insultada por algunos políticos, la burbuja inmobiliaria acecha, la gasolina sube, a pesar de todo ello, nada ha impedido que las leñosas ramas de los plátanos del paseo reverdezcan sin ningún rubor, sin molestar a nadie, sin grandes algaradas, en silencio.
La cultura de un pueblo es el conjunto de soluciones a sus problemas que ha encontrado a lo largo de su historia, y uno se pregunta ¿la cultura de este país nos ayudará a resolver, en silencio, sin molestar a nadie, los problemas que tenemos?
Como decía Miguel Hernández:
"Hablemos del trabajo, del amor sobre todo,
donde la telaraña y el alacrán no habitan.
Hoy quiero abandonarme tratando con vosotros
de la buena semilla de la tierra"
(Del poema LLamo a los poetas)
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