26 enero 2010

Nuestra contaminación interna. Concentraciones de CTP en la población española"

Estamos envenenando el planeta y nuestro organismo

(Un libro, edit. Catarata).

Uno de los co-autores, Miquel Porta Serra es investigador y catedrático de salud pública del Instituto Municipal de Investigación Médica y la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona.

El Sr. Porta, es experto en “compuestos tóxicos persistentes”, los llamados CTP. Estos productos se acumulan en el organismo de los seres vivos y con ello causan/pueden causar graves ataques a la salud humana y a la Naturaleza. A pesar de ello, la Salud Pública no toma medidas enérgicas frente a este enorme problema, por causas diversas: se desconocen, olvidan o se omiten, los autores denuncian en su publicación la falta de estudios extensos sobre estas sustancias tóxicas en España y reclama a todos los ciudadanos una mayor implicación para solucionar este tipo de contaminación

Los datos proceden de estudios parciales, poco accesibles y comparables, de momento sólo hay dos estudios con la suficiente representación de población, son las efectuadas en Canarias y Cataluña y cuyos resultados respecto a los niveles de los compuestos estudiados ofrecen para la mayoría de compuestos estudiados, niveles que hasta la fecha son similares a los que se observan en Alemania y Estados Unidos.

Aunque en las regiones de España estudiadas, los análisis con todo el rigor necesario, dan resultados que os compuestos que contienen hexaclorobenceno, dan resultados de concentraciones extremadamente elevadas en la población española. Aunque la mayoría de la población tiene CTP muy inferiores a las de la media. Una minoría de personas en Cataluña tiñe concentraciones de 6.074 veces superiores a la madia.

La contaminación interna descubierta en el estudio, es causada por la acumulación en el interior del organismo humano de productos químicos como plaguicidas, residuos industriales o metales pesados.

Los CTP se detectan en más del 85% de la población general sana de Cataluña, son sustancias que los organismos vivos apenas podemos eliminar y cuyas concentraciones aumentan en nuestro cuerpo a medida que crecemos. Las hallamos en la sangre, grasa corporal, placentas, y líquido amniótico entre otros, los átomos de cloro se disuelven muy bien en las grasas. Entre esos contaminantes están

· El DDT

· Los hexaclorociclohexanos (como el lindado)

· El hexaclorobenceno (herbicidas)

· Los policlorobifenilos (PCB) o las dioxinas.

Su persistencia no es tan obvia como podría parecer: en España el DDT se prohibió hacia 1975-1977 y más de 30 años después todavía lo encontramos en el 88% de la población. En el libro invita a reflexionar sobre esta hipótesis: "es probable que algunos CTP contribuyan a causar una parte relevante de la carga social que hoy suponen algunas de las enfermedades y trastornos más prevalentes". Entre ellos, infertilidad, malformaciones congénitas, problemas de aprendizaje y desarrollo neuroconductual, obesidad, diabetes, varios cánceres, Alzheimer, Parkinson, etc. Es cierto que el conocimiento sobre los efectos adversos de los CTP está lleno de incertidumbres, pero ello no debe ser obstáculo para que actuemos contra los efectos más perniciosos de los CTP.

Pocas Administraciones y empresas han tomado medidas. Es grave, porque ante estos tóxicos invisibles poco puede hacer uno mismo. La ley de economía sostenible apenas tiene en cuenta la contaminación humana por CTP. Algo hacemos mal los expertos cuando los beneficios sociales de la salud pública y de la salud ambiental quedan ocultos y no se ven como otras vías de salida de la crisis. Por otra parte, resulta lamentable la pasividad del Ministerio de Medio Ambiente, que apenas ha desarrollado el Plan Nacional de Aplicación (PNA) del Convenio de Estocolmo sobre CTP, aprobado a principios de 2007.

Todos los ciudadanos tenemos que exigir que se desarrolle con coherencia y eficacia, y lograr tener el papel activo que el Plan nos reconoce. Ahora bien, el Gobierno y las empresas no tienen la culpa de todo; los ciudadanos tenemos una buena parte de la responsabilidad. La contaminación por CTP es el resultado de nuestros modelos de economía, cultura y sociedad, de nuestros hábitos individuales y colectivos (alimentación, consumo, residuos, trabajo, transporte, energía) y de las políticas públicas y privadas que promovemos o aceptamos.

Los ciudadanos deben informarse, reflexionar con calma y valentía, concienciarse, organizarse con eficacia e imaginación, ser activo en las asociaciones que mueven las cosas, exigir más estudios, ser menos iconoclasta y más constructivo, actuar con serenidad y firmeza, preguntar a las instituciones y a las empresas qué analíticas hacen en los alimentos, dónde "cuelgan" los resultados, qué incentivos funcionan, qué sanciones concretas se imponen, etc.

Hay muchas cosas que los particulares pueden hacer:

· Comer de forma más sana, llevar una vida más austera y sencilla.

· Generar menos residuos y reciclar mejor.

· Apoyar a las cooperativas de agricultura ecológica, a los medios de comunicación de mayor calidad e independencia, a la investigación sobre salud y medio ambiente.

· Puesto que las grasas de los alimentos son la mayor vía de exposición a los CTP, evitar en la medida de lo posible su ingesta y alimentarse con productos biológicos es una opción razonable.

· Todo depende de cómo queramos vivir y morir.

Algunos expertos recuerdan que la lista de estos compuestos es mucho mayor que la que la legislación regula, y que en algunos casos las consecuencias de estos elementos no se verán hasta dentro de unos años.

Fuente: Revista de Eroski. Enero 2010.



Florián nacido en Messidor



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