09 marzo 2010

En el dia de la Mujer, Dedicado a las mujeres e hijas de los que sufrieron las iras del franquismo


Mujeres presas del Franquismo en la carcel de Segovia, algunas viejecitas por su aspecto se aprecia su imposible "peligrosidad."y la extrema crueldad del carcelero.

El 8 de Marzo se ha celebrado en España, el día de la mujer trabajadora, por motivos de tener ocupado el espacio con los acontecimientos del MUVIM en Valencia, lo entregamos con retraso, más con la enérgica pretensión de rendir un merecido homenaje a las mujeres trabajadoras izquierdistas, a las madres e hijas de las victimas del franquismo y de los presos que llenaron sus cárceles. Justa obligación porque las mujeres de los presos políticos antifranquistas fueron un ejemplo para la sociedad en la que vivimos.

Hoy la mujer está preparada han cursado estudios, abarcan todas las carreras, otras trabajan en fabricas, tiendas, oficinas y en la administración empresarial. Más regresemos 70 años atrás, las mujeres realizaban estudios solo de primaria, muchas eran analfabetas, atendían a “la prole” las hijas y cuidaban de los más pequeños, en los pueblos agrícolas las niñas hacían de pastoras y ayudaban en la recolección. Dura vida era la de aquellos pasados años, aunque de tranquilidad, con modestia las gentes vivían en paz.

Y vino un general fascista, con ambiciones imperiales de dominación totalitaria y gano una guerra, durante el conflicto los hombres fueron llevados a los frentes, y al no haber ingresos llego el sufrimiento que soportaban las mujeres, se marcharon a casa de los padres y abuelos a compartir el hambre. Cuando esto no existía buscaban una casa para “servir” con pocos posibles, donde los señoriítos acosaban sexualmente a las “rojas” porque solo por de izquierdas carecían de derechos.

Las mujeres no recibían cartas, ni noticias de sus maridos, padres o novios, cuando estaban el frente, solo alguna carta sin remite, cuando tenían conocimiento de que un soldado había llegado con unos escasos días de permiso, se acercaban implorando noticias…, si lo vi en el Ebro, pero luego que nos replegamos no lo he vuelto a ver…, otras veces recibía una carta en la que le informaban había caído en defensa de las libertades.

Cuando termino el conflicto, llegó la crueldad con ensañamiento, fusilamientos, juicios sumarisimos, con la impunidad de un régimen brutal, que encarcelo y oprimió a los hombres de izquierdas, solo por tener pensamientos de igualdad y rechazar la dictadura. Algunas mujeres pudieron recoger a sus hombres muertos y darles sepultura, muchos quedaron en cunetas y fosa comunes olvidadas. El hambre y las privaciones arreciaban, solo algunas plantas cocidas, era lo que había para cenar en las casas, las collejas eran un manjar, que se recogían disputándoselas a ovejas y cabras; de postre una cebolla para compartir entre cuatro.

Más resistían, sufriendo, eran miles y miles, que conservaban su dignidad, las mujeres de presos del franquismo se quitaban los escasos trozos de pan disponibles y preparaban legumbres cocidas, para llevar en una cesta a los suyos, en la que se pasaban mensajes escritos en papel de fumar, en los termos del café y debajo de los flanes artificiales de polvos del “chino mandarin”, escondidos en los dobles fondos de las cestas, se introducían recortes de periódicos ingleses con noticias de las batallas en que los alemanes iban perdiendo terreno, la prensa seguía un camino complicado: llegaban en barcos al puerto de Valencia, y se distribuian en los camiones fruteros a las provincias limítrofes y desde allí a los comercios, tiendas, restaurantes, a unas familias, y a la prisión, en una cadena de complicidad para aliviar las penas del aislamiento. Las cestas eran revisadas por los guardias, más atentos a lo que podían retirar para su consumo que a la presunta inocencia del niño que llevaba en apariencia una inofensiva entrega. Hasta que un día la cesta no la devolvían, el preso no estaba allí, lo habían fusilado.

Las mujeres de los presos republicanos en el régimen franquista, fueron sufridoras con abnegación, pasaron privaciones, lucharon para atender a los presos, confabulada la familia colaborando las madres, hermanas, hijas, y las esposas. En algunos casos ellas no pertenecían a movimientos ni partido, más al tomar a sus hombres presos por su pensamiento se convertían en las más entusiastas colaboradoras en la lucha antirracista, y se ayudaban entre compañeras en humana solidaridad. Los presos estaban sin derechos tratados como cosas y no como personas, y ellas soportaban una vida en permanente sufrimiento, luchadoras demócratas contra la opresión.

Me cuenta un hombre que era entonces un niño con unos catorce años: Había un día al año en que los hijos pequeños de los presos podían entrar a la prisión., Visité a mi padre en la cárcel de Carabanchel de Madrid, había muchas rejas, y llegamos a unos pabellones, que llamaban galerías, los presos políticos estaban separados de los comunes, los espacios que habitaban estaban hacinados por el exagerado numero de encarcelados, vivían compartiendo los escasos alimentos que recibían, mi padre me presentó a unos compañeros, que no habían recibido a sus hijos, uno de ellos me hablo en francés, y le respondí en mi escaso vocabulario, el suficiente para comunicarme, me regalo una caja hecha con hilos de seda y una peseta de papel, mi padre estaba orgulloso de su hijo camino de intelectual frustrado. Supe que la galería entera había estado castigado, porque en formación fueron llevados a una capilla forzados a oír misa, al presentar el Cáliz con el cuerpo de Cristo todos los presos se volvieron dando la espalda al altar.

También hubo mujeres llamadas colaboracionistas por el ejercito vencedor, que fueron ultrajadas, encarceladas, cortado el pelo al cero, violadas y obligadas a beber aceite de ricino, un poderoso purgante de muy mal sabor que según la dosis puede generar graves trastornos: nauseas, vómitos, cólicos, diarreas agudas, y que inducen al parto u aborto a mujeres gestantes. Una cruel tortura propia de sádicos faltos de conciencia y sentimientos, tristemente consentido por las Instituciones, que no levantaron un dedo para detener tal ignominia, solo propia de personas pervertidas o con graves deterioros mentales.

La libertad y el derecho son los dos pilares sobre los que se sustenta la democracia y que hay que seguir luchando por ellos allá donde se vulneren, en vigilancia permanente ante cualquier violencia y abusos de cualquier tipo. Las mujeres todas, deben permanecer responsables unidas en mantener los derechos sociales, y la democracia en igualdad de derechos, progresista y humana.

Valientes mujeres, nuestro reconocimiento y admiración.





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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha emocionado tu recuerdo a las mujeres esposas e hijas de los presos represaliados del franquismo, me encuentro entre ellas, vi sufrir mucho a mi madre y luchar para sacarnos adelante. Fue muy valiente, ella no entendía de ideologías, no era de izquierdas ni de desechas, pero quería a mi padre y sabía que era un hombre bueno, que no merecía el castigo que le impusieron. El solo luchaba por un mundo mejor y mas justo . Así nos lo enseñó. Gracias Florián

Floreal le Rouge dijo...

Fina, yo fui uno de los niños que escribian en papel de fumar y pasaba cestas con doble fondo.

También visite una carcel siendo niño, donde me recibieron como "heroe" por la labor de información.

Si aquellos individuos fascista que encerraban a las gentes, creyendo que iban a regenerarse, a su ideologia inhumana, se llevaron un desengaño, las izquierdas continuan firmes en su pensamiento, y los hijos de los represaliados seguimos en la resistencia ante la injusticia.