06 marzo 2010

LA NOBLEZA, SEÑORES, SEÑORITOS, CASINOS Y VASALLOS.


Antonio “el minero” al que encontré en Murcia y que me narró la explotación de los niños en las minas y la contaminación de la costas de Cartagena por vertidos contaminados a las playas, cuando le pregunto como era la vida de los señores en aquella región y me responde en contundencia e ironía:

Señor es quien tiene dominio sobre algún territorio o dominio, que tenia súbditos, o vasallos a los que trataba con el derecho de amo de esclavos, señores los había, aunque la mayoría eran señoriítos inútiles, hijos de personas con bienes, acomodados individuos amanerados y remilgados, ociosos que Vivian con lujo y refinamientos exagerados, sometidos a vicios, y a la indolencia. Manteniendo charlas inútiles y sin fundamento. Lo conozco, porque mi cuñado en un momento en que estaba en paro me ofreció un puesto de trabajo en Murcia, de limpiabotas en el Casino, en el cual estuve solo un día, estaban en charla y yo arrinconado sin nada que hacer ni voluntad de hacerlo, y comentaban como atolondrados sociólogos, de que la dejadez de los obreros era el motivo de las privaciones que sufrían ya que algunos ni querían aprender a leer. En ese momento un tipo con un sombrerito de paja, un bigotillo tipo hitleriano, se dirige a mi y dice ante la risa de todos, mirad aquí tenemos un paria, que piensas tu, si es que piensas algo.

Tragando saliva le dije, las gentes obreras están sumidos en la miseria y pobreza infinita, es una ignominia intolerable que tengan que trabajar para mantener a los ricos, y cuanto mejor viven ellos, más explotados viven los pobres.

Se quedaron serios y el imbecil del bigotito, me dice ¡calle insolente, bazofia! Se me nublo la vista y tomando la caja de limpiabotas sin estrenar se la plante con fuerte golpe sobre el sombrero que llevaba puesto, el sombrero amortiguo el golpe, más las anilinas de rojo, empezaron a escurrir por su delicado traje. Se armó un revuelo casi todos se abalanzaron a atender al respecto al que creian herido y era manchas de tintes rojos, solo le herí en su orgullo.

Esta narración de Antonio el minero y sindicalista, las supongo acertadas, es posible seán fruto de sus deterioros de edad, lo desconozco, así que no tengo certeza absoluta.

Los nobles eran hombres de armas, que descendiendo del Norte de la Península Ibérica, en grupos autónomos o supeditados a un rey, recuperaban tierras que los árabes habían tomado en invasión, al ser expulsados y quedar sin dueño, eran repartidas como botín de guerra entre los conquistadores, el señor ponía armas, alimentaba a los soldados, y los terrenos eran para el, una parte al rey, otra al clero, a los soldados se les permitía quedarse como arredantarios, y a los muertos soldados eran entregadas unas monedas cuando el “señor era humano”

Los reyes en lucha permanente contra los árabes, tenían que admitir estas ayudas y recompensarles mediante una política de grandes donaciones a costa de la Corona. Ello supuso el enriquecimiento y encumbramiento de la nobleza de parientes del rey y de la nobleza nueva surgida de las guerras. El autoritarismo real se tradujo en la pacificación de las ciudades gracias a la imposición del sistema de corregidores, el saneamiento de la Hacienda regia y el fortalecimiento real frente a las Cortes mediante eficaces medidas económicas y administrativas.

Ello conllevó el encumbramiento de una baja nobleza que sustituyó a la alta nobleza de "ricos omes" gracias a beneficios económicos, títulos y cargos concedidos por la Corona Cuyos linajes fueron los responsables de las turbulencias de la Castilla del siglo XV.

La situación del agricultor, del campesinado sin tierra, eran poco favorables y su sustento era el correspondiente a una economía de subsistencia, donde las tierras pertenecientes a los terratenientes eran trabajadas por jornaleros que dependían del señor para jornales o para conseguir unos parcelas en arrendamiento. El rico despreciaba el trabajo y vivía de las rentas, en holganza permanente solo roto por las visitas sociales, al casino, y visitas al párroco para confesiones y limosnas a los pobres que pudieran lavar su conciencia y ganar la paz de los cielos.

Las Tierras pertenecían a los reyes, al clero, a los nobles y a los Ayuntamientos, había también pequeños propietarios campesinos, que luchaban para mantener su familia con dificultades, las familias tenían de seis a ocho hijos y la producción era insuficiente para mantenerlos en dignidad, vivía el labrador de fiado en la tienda de comestibles, pagaba al medico y al veterinario en la recolección, igual que al herrero por la reparación de sus aperos o al granjero por la compra de un cerdo que criaba. “Todo condicionado a si era buena la cosecha” ya que si era adversa seria de esperar al siguiente o recurrir al crédito y a intereses de usura.

A los hijos del agricultor, no se les podía dar dote cuando se emancipaban y las muchachas eran requeridas por el señor, en el uso y derecho de pernada, que le permitía la fornicación antes de su boda con todas sus vasallas.

La historia del Real Casino de Murcia, me inquietaba, obtengo información, fue inagurado en 1847, protagonista de la vida social murciana de quienes buscaban compartir aficiones, en un espacio exclusivo y selecto. Su sede monumental se ha transformado según indican en un espacio cultural joven y dinámico, siendo además el edificio civil más visitado de la Región de Murcia.

Se rehabilitó el histórico inmueble entre los años 2006 y 2009, el Real Casino de Murcia conserva todo su esplendor y ofrece a sus socios las prestaciones de un club privado de la más alta calidad y a los visitantes, una experiencia muy grata. Con espacios abiertos al uso público.

Me dirijo en la Calle Traperia, y el aspecto es impresionante, la calle es estrecha, la fachada monumental ecléctica (una especie de estilo mixto en las bellas ares, cuyos rasgos son tomados de varias fuentes y estilos), mezcla de estilo modernista e historicista, está declarado monumento histórico-artístico nacional en 1983, por tanto bien de interés cultural.

Todo grandioso, de gran belleza, muy bien restaurado, más conociendo la historia real o ficticia de Antonio, lo miro con aprensión, se que es verdad que la situación del campesino y del obrero hasta final del XX, fue de hambre y opresión y que este monumento en aquella época de penurias, estaba lleno de damas que lucian joyas con costoso diamantes, sombreritos importados de Paris y se derrochaba champán francés, aparenta un insulto a la posiciones humanitarias. Yo mire las paredes y vi manchas de lagrimas de las gentes explotadas por aquellos egoístas seres humanos, y no me gusto.

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