04 marzo 2010

La vejez de los pueblos


Uno de los versos más tristes que he leído de Miguel Hernández es uno de su Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941), es de palabras cortantes y sencillas, con ritmo de siseo que se puede leer después de cualquier guerra, en cualquier año. Quizás sentir la verdad de sus palabras es lo difícil.

La vejez de los pueblos.
El corazón sin dueño.
El amor sin objeto.
La hierba, el polvo, el cuervo.
¿Y la juventud?
En el ataúd.

El arbol solo y seco.
La mujer como un leño
de viudez sobre el lecho.
El odio sin remedio.
¿Y la juventud?
En el ataúd.


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