07 octubre 2010

Los enfrentamientos de los protestantes y católicos en la Reforma. Las intrigas, el egoísmo la codicia y el derramamiento de sangre inocente.



La Matanza de San Bartolomé fue el asesinato de cristianos protestantes calvinistas franceses, durante las Guerras de religión en Francia, los hechos ocurrieron en Paris en Agosto de 1572 donde murieron unas tres mil personas y se extendieron durante meses por toda Francia. Además del motivo religioso, intereses de aspirantes al trono se entremezclaron en tales hechos.


Todas clase de desgracias cayeron sobre las ciudades y ciudadanos europeos, en la Edad Media causadas por un doble parasitismo:

  • · El de los señores feudales, que habían levantado sus torres de acecho sobre las rocas y cavando sus cavernas de botín sobre los promontorios, y como arrendatarios de grandes posesiones recaudaban del esfuerzo de miles de arrendatarios.
  • · El de lo prelados, tanto más temibles cuanto que las riquezas venían a amontonarse por si mismas, en sus iglesias y conventos, aportadas voluntariamente por los peregrinos y compradores de indulgencias y la obligada recaudación de diezmos.

Cuando la gran crisis religiosa que produjo el fraccionamiento de la Iglesia cristiana occidental, las poblaciones exangües, explotadas a fondo, no tuvieron voluntad personal para manifestarse: Recibieron ordenes, se hicieron protestantes o permanecieron católicas, según la voluntad de quienes mandaban: Obispos obedientes a Roma o grandes potentados señores, contentos con poder apoderarse de los bienes eclesiásticos.

Se dice que la persecución no triunfa jamás y que “la sangre de los mártires es la semilla de la fe”; más fijándose en el mapa de Europa, tal como se formo la reforma que subsiste casi idéntico en nuestros días: ¿Con que se han trazado las fronteras de las religiones sino con la espada, y con que se han marcado sino con sangre? . La historia lo atestigua: Donde quiera que el poder político tomo resueltamente partido por una de las dos doctrinas que se disputaban las almas, las almas pertenecieron a aquella doctrina, católica o protestante, es decir a la fuerza. (Hyacinthe LOYSON, La gran revue, septiembre de 1900). Así fue como por la espada de los señores y la sangre de las victimas que eran vasallos, se estableció esa antinomia de Alemania del Norte y Alemania del Sur, que adquirió tan gran importancia en los en los dos siglos siguientes y continuo existiendo, aunque de forma menos aguda.

En el Norte y en el Nordeste la nobleza dueños del suelo y los habitantes que les obedecían se habían adherido a favor del protestantismo bajo la forma luterana, y los aristócratas se apresuraron a secularizar todos los bienes de la iglesia romana, que les parecía convenientes. El gran Maestre de la orden Teutónica, se aprovecho de la crisis para declararse duque hereditario de Prusia, bajo el señorío feudal de Polonia, región que estuvo a punto de pasarse al protestantismo, se evaluaba solamente la sexta parte de la población el numero de habitantes que permanecieron fieles a antigua fe, pero allí también “el hierro y el fuego” cumplieron su obra, los que quedaron en minoría, utilizaron los cuchillos contra los más peligrosos enemigos. Los que no estaban contentos con la libertad de conciencia, querían conquistar su libertad completa y su garantía eficaz de la propiedad de la tierra. Al Norte, en los países escandinavos, permanecieron adictos al protestantismo sin grandes conflicto, el poder había inclinado la balanza a favor de las formas nuevas, a causa de que su líder Gustavo Wasa, había requisado trece mil beneficios eclesiásticos.

En el Norte de Alemania, había entrado el luteranismo, fue una lucha memorable entre los católicos mandados por el español el Duque de Alba, y de los reformadores agrupados alrededor de Guillermo el Taciturno. Pocas veces ofrece la historia ejemplos semejantes de voluntades enemigas enfrentándose con tanta energía, perseverancia y tenacidad, debido a que en ese drama, no se trataba solamente de las genuflexiones, ni de la redacción de las plegarias, sino también de la independencia política o de la servidumbre.

Bajo la terrible dominación del Duque de Alba, ceca de diecinueve mil habitantes de los países bajos, fueron entregados al verdugo, sin contar los innumerables que perecieron en los campos de batalla y en las ciudades entregadas al furor de los soldados. Se dice que Felipe II y su lugarteniente, haciendo juntos examen de conciencia, convinieron que las victimas ajusticiadas jurídicamente debían quedar a cargo del rey y que el duque de Alba, debía responder de los herejes e inocentes sacrificados en las guerras o en las matanzas. Por lo demás unos y otros se sentirían en paz consigo mismos y quizá se juzgaban culpables del delito de clemencia puesto que recibieron la aprobación directa del Papa, por su obra de exterminio.

Puede juzgarse el carácter que habían tomado las relaciones entre los beligerantes, por estas palabras del virrey relativa a los sitiados de Alkamar “Cada garganta, servirá de vaina a un cuchillo” por otra parte los ciudadanos de Leyde atacados por la flota española, no vacilaban ni un instante en arruinarse, en perder sus praderas y sus ganados para aumentar la fuerza de resistencia. “¿Se han de perder los diques? Preguntaba el taciturno, “SI”, respondían los taciturnos con voz unánime.

Después de haber oscilado entre las dos confesiones, como hacia inevitable la evolución natural del siglo, Bélgica sujeta por el hierro como sobre un cadalso, se vio obligada a repetir las viejas letanías, palabra por palabra, por orden de la Inquisición, y como sucede siempre a causa del amor propio de los hombres, esos mismos flamencos y walones, que profesaban una fe impuesta por el terror , acabaron conformándose con ella con toda candidez, imaginándose devotamente, que no habían intentado jamás escapar a la ignorancia hereditaria. En cuanto a los holandeses, no dejaron de atribuir el buen éxito a su inteligencia y a su virtud, debieron mucho a los canales que sus abuelos habían conquistado al mar, y que transformaron en fortalezas de diques, de fosos y lagos. Poseídos del orgullo consciente que les daba el triunfo, los holandeses unidos realizaron maravillas de audacia y de vigor, que adquirieron con el tiempo la dominación de los mares, y lo que es mucho mejor, tuvieron la noble satisfacción de convertir su país en lugar de asilo para los pensadores perseguidos.

En Inglaterra, como en el continente, la fuerza brutal tomo gran parte en los cambios religiosos que se llevaron a cabo, desde un principio Enrique VIII se mostró conservador celosos de las cosas del pasado, lanzó imprecaciones contra Lutero y erigiéndose en “defensor de la fe”, llegó a ser entre los soberanos el principal defensor del papado. Pero el rey Ingles, era un hombre violento, impulsivo y colérico y cuando el papa, le negó el divorcio con su mujer Catalina de Aragón con la que llevaba casado veinte años, comprendió súbitamente que el protestantismo tenia algo bueno para los reyes, y sin dejar de ser católico, se divorcio, para casarse en uniones sucesivas, según los caprichos del momento.

Quizás por falta de valor no se declaro papa, pero al menos se declaro, jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra, cuyos dogmas hizo retocar por un consejo de teólogos complacientes, desde entonces la iglesia anglicana, pretende ser la continuación directa de la antigua Iglesia de San Pedro, que es considerado el primer pontífice. Los bienes de los prelados, de enorme valor, parecieron al rey buena presa y parte le sirvieron para compensar a los aduladores y verdugos, el rey no vacilo en quemar o ahorcar a los católicos o herejes a quienes no había atraído el prestigio de su palabra, los primeros debían morir porque no le reconocían como Jefe de la Iglesia, los otros por blasfemos y adoradores del diablo.

Enrique VIII reprimió las acciones que juzgaba malas, durante su reinado no ahorco a menos de 72.000 súbditos. La lectura de la Biblia quedo prohibida a las personas del común, y declaraba en un edicto nueve años después de la repudiación del poder papal: “Las gentes de las clases bajas, han abusado del privilegio de leer las Sagradas Escrituras, por lo cual les queda prohibido en lo sucesivo sin una licencia especial. (Richard Heat, The Captive Crty of God)

Comentario:

Los soldados mercenarios, se inclinaban de uno a otro lado, según las posibilidades de éxito, lo que también hacián los pastores y obispos. Unos ataques eficaces o defensas más firme, habría cambiado el mapa religioso que hoy perdura.

Cualquier ciudadano europeo, que hoy pertenece a las religiones dominantes: católica, protestante o anglicana, lo es por los avatares que recorrieron Europa en los siglos XVI por el dominio de las creencias. Todos los creyentes de las diferentes ramas cristianas, tiene algo en común: Según ellos todos pertenecen a la Iglesia verdadera.

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