Todos hemos visto el comportamiento de animales domésticos para seducir a su pareja, desde el espectacular pavo real que abre en abanico su cola, hasta el sutil perfume que les procura a la Naturaleza a tu perrita, que cuando esta en celo alborota a todos los perros machos de la vecindad. Pues los seres humanos también emitimos de forma permanente estas señales.
Las personas en la comunicación por transmisión oral pueden aparentar, no decir verdad, disimular, más existe un lenguaje no oral, de signos que son inconsciente cuyas expresiones son muy reales, no sabemos deformarlas porque ni las conocemos ni sabemos disimularlas. Los estudios científicos acerca de la comunicación no-verbal durante el galanteo fueron realizados por especialistas en cinesis, los Doctores Albert Scheflen y Ray Birdwhistell, .
La cinesis es una ciencia objeto de estudio de psicólogos y antropólogos, la Quiniesis ó Cinesis, es: “un intento de codificar el lenguaje del cuerpo sobre el modelo de la teoría de la información”, su objeto de estudio son las pautas de conducta de la comunicación no verbal, es decir el movimiento significativo corporal” Ray Birdwhistell (*) , auténtico precursor de esta ciencia, estima que: “no más del 35% del significado social de cualquier conversación corresponde a las palabras habladas
Estos estudios informan de los diferentes comportamientos y la transmisión de señales que se emiten en diferentes situaciones, y por lo curiosa elegimos las que se emiten entre dos personas que tienen intereses hacia el otro y buscan o tienen relaciones galantes, el que emite las señales y el que recibe aunque no sepan interpretarlas ayudan al fin perseguido de acercamiento al otro. De forma inconsciente esta comunicación con signos (no verbal) informan del apoyo con el lenguaje no verbal en las relaciones galantes.
La mujer sabe cómo corresponder a los requerimientos de un hombre que le interesa o que le atrae por atractivo físico o intelectual u por otra causa, sabe frenar una relación no deseada o cómo alentar a su posible pareja. También sabe cómo controlarse para no parecer demasiado interesada. La mayoría de las mujeres no pueden precisar con exactitud cómo lo hacen, ni siquiera se dan cuenta de que la técnica es casi enteramente de signos no-verbales, a pesar de que durante la fase del galanteo, un tema ambiguo, puede llevar incluido en el mensaje de un intento de seducción. (Por ejemplo dos estudiantes que se piden apuntes, o la conversación con la empleada respecto al trámite de su documentación
Los investigadores analizaron películas que incluyan el galanteo, y comprobaron que en esta fase de pre-enamoramiento el ser humano se transforma aumentando su atracción y realzando su aspecto físico, y se desarrollan alteraciones orgánicas, fisiológicas y químicas hormonales, se emiten gestos y señales, según las fases y circunstancias y se producían, tanto en hombre como mujer:
La mujer, se transforma súbitamente en más bella, cuando se encuentra sometida a un estímulo emocional como la atracción sexual y se desencadenan cambios sutiles en su organismo. Los especialistas que se expresan con definiciones exentas de poesía, denominan este delicioso fenómeno como “estar en disposición para el galanteo inmediato”.
Esta predisposición se advierte por un aumento de la tensión muscular, que respondiendo a una señal exterior, como es la presencia del ser por el que se siente atraída, los músculos se comprimen respondiendo a un toque de advertencia, de manera que todo el cuerpo actúa en alerta.
Las arrugas del rostro que normalmente están muy marcadas, tienden a desvanecerse, del mismo modo que las ojeras. La mirada brilla con luz especial que tintinea, el color de la piel la piel se altera, o bien se colorea como si tuviera un sofoco, o se torna más pálida casi de desvanecimiento, y el labio inferior se hace más pronunciado.
La postura desenfadada, se altera para enderezar la columna, reduce la prominencia del vientre mediante la contracción de los músculos abdominales, y los de las piernas se presionan.
Se altera el olor del cuerpo y se modifica la textura de su cabello.
La pareja en pleno galanteo se ocupan de su arreglo personal: las mujeres juguetean con el cabello o se acomodan repetidas veces la ropa con coqueteo seductor, el hombre se pasa la mano por el cabello ó acaricia la corbata. Estos son gestos inconscientes que se hacen automáticamente. Las personas pueden sufrir todas esas transformaciones y no tener conciencia de ellas.
A medida que avanza el flirteo, nuevas señales se manifiestan con gran claridad como las prolongadas miradas a los ojos del otro, como extasiado. Las parejas tienden a situarse de frente, se inclinan el uno hacia el otro, introduciéndose en el espacio del otro, rompiendo la burbuja personal de los individuos, en ocasiones extienden un brazo o una pierna, como para formar barrera que encierra al otro.
Tienden a colocar las rodillas cruzadas de afuera hacia dentro de manera tal que las puntas de los pies casi se tocan. Con frecuencia, las personas dramatizan la situación y forman una barricada con los brazos y piernas en esta posición.
Al hablar si están uno junto al otro, dejan a la vista la parte superior del cuerpo de manera educada, los brazos caídos o apoyados en el sillón, pero nunca cruzados sobre el pecho que significaría aislamiento y desinterés ó enfado.
A veces, la pareja realiza roces destinados al otro proyectados sobre un objeto, una mujer puede pasar suavemente el dedo por el borde de una copa en la cafetería, o dibujar imaginarias figuras sobre la mesa.
Otras veces adopta actitudes provocativas: cruza las piernas, dejando entrever parte del muslo; apoya la mano en la cadera e inclina desafiante el busto hacia adelante; o se sienta como ausente y se acaricia el muslo o la muñeca.
Las parejas durante el galanteo ladean la cabeza.
Muestran la palma de la mano, es quizás el más sutil de todos los signos. Aun en gestos que se realizan con la palma hacia adentro, como podría ser fumar o taparse la boca al toser.
La mayoría de nosotros al pensar en el galanteo considera en primer término las sensaciones internas por una excitación que proviene decididamente de nuestras glándulas hormonales. Los investigadores del comportamiento humano, especialistas en cinesis se limitan a estudiar esta rama y se niegan a especular sobre los sentimientos, al no poder medirse científicamente, ni siquiera pueden identificarse con certeza, más sin duda están presentes los sentimientos. En el punto culminante de la seducción y galanteo, uno se encuentra atraído hacia la pareja, lleno de euforia. Los gestos que se realizan para tratar de mejorar el aspecto personal son la consecuencia de una repentina toma de conciencia del propio yo. Las caricias diferidas o subrogadas forman parte de ese delicioso conflicto que se plantea entre el deseo de tocar y el sentimiento, de que, tal vez no se debe, conflicto que por lo general es subconsciente. La inclinación pelviana puede llegar a ser una señal tan sutil y automática, al punto que una mujer que camina por la calle distraídamente, se asombra al registrar una sensación semejante en su pelvis cuando se cruza con un hombre que le resulta atractivo; por supuesto, lo mismo puede ocurrirle al hombre.
Estas señales pueden no tener connotación sexual alguna, si no ocurren en un período de galanteo y se relacione con otros gestos indicativos específicos. Que a veces son indetectables porque suelen producirse con rapidez o sutileza que sólo si se está muy atento y se es un gran experto puede detectarlo. Los investigadores lo han detectado mediante películas pasadas en cámara lenta.
Los estudios realizados hasta el presente sobre la conducta durante el galanteo son fascinantes en sus detalles: representan una tentación y se puede fantasear al respecto. Y utilizar estos conocimientos para transmitir…, más el problema radicaría en que, al tratar de fingir siempre aparece una falta de asociación, algo que resulta calculado o torpe, porque en el mensaje corporal existe una indicación de que algo, no es real.
En sus estudios sobre el cuasi-galanteo, el doctor Scheflen nos ofrece un ejemplo de comportamiento de acercamiento entre personas, como el galanteo, aunque no tiene el mismo significado.
El doctor Scheflen cuando observaba las películas de los psicoterapeutas y los entrevistados, descubrió secuencias de galanteo en cada una de ellas. Posteriormente investigó también los encuentros entre otras gentes y percibió que el galanteo puede aparecer virtualmente en cualquier situación: en reuniones sociales o en reuniones de negocios; entre maestros y alumnos; médico y paciente, y aun entre dos hombres o dos mujeres, sin que se incluya con ello ninguna intención homosexual. Vemos a las personas llenas de vida, intercambiando largas miradas cortejándose. Debemos sacar en conclusión, por lo tanto, que están rodeadas de sexo y que se cortejan en cualquier momento y ocasión, o que por el contrario, estas actitudes no son lo que parecen. Debe existir alguna clave especial en el comportamiento, que haga saber a los involucrados en la relación, que la seducción no está en juego.
Un examen detallado de las películas demostró que había elementos calificadores, y que realmente se trataba de un galanteo que tenía una diferencia. Algunas veces, la diferencia era obvia y expresada verbalmente. Una persona podía decir claramente que no estaba tratando de cortejar a otra en ese momento, o podía referirse a otra allí presente o al cónyuge ausente.
El cuasi-galanteo se produce también en situaciones donde existen confusiones genéricas. Cuando una mujer se comporta en forma agresiva o dominante, actuando de una manera que nuestra cultura considera inadecuada a su sexo, el hombre puede valerse del cuasi-galanteo para hacerla reaccionar. De igual forma, cuando un hombre actúa pasivamente, la mujer podrá incentivarlo mediante el mismo sistema, para tratar de anular en él ese comportamiento supuestamente femenino.
Pero parece ser que existen ciertas pautas de galanteo que son comunes a todas las partes del mundo. El etólogo austriaco Irenáus Eibl-Eibesfeldt, que fue discípulo y ahora es colega de Konrad Lorenz, ha estudiado el flirteo en seis culturas diferentes y encontró muchos detalles similares entre ellas. Filmó sus películas utilizando un equipo de dos hombres: uno para manejar la cámara, y otro para sonreír y saludar a las chicas. Se vio que tanto en Samoa como en Papua, en Francia, en Japón o en África como en Sudamérica, se producía el mismo tipo de respuesta, en una sucesión de pequeños movimientos de danza de cinesis: una sonrisa, una vuelta, un rápido levantar de cejas en una expresión interrogativa, considerada afirmativa, seguida por el hecho de volver la espalda, la cabeza hacia un lado, algunas veces gacha, mirando hacia abajo, y los párpados bajos. A menudo las chicas se cubrían parte de la cara con la mano y sonreían con vergüenza. Algunas veces seguían al hombre con el rabillo del ojo, o se volvían a echarle otra rápida ojeada antes de mirar hacia otro lado.
El doctor Adam Kendon, un psicólogo que trabajó con Scheflen, comenzó recientemente un análisis sobre el galanteo entre los seres humanos. Surgieron de este análisis ciertos rasgos universales que pueden verse también entre los animales. Los estudios de Kendon, basados en películas de parejas filmadas en parques y en paseos públicos, indican que para las mujeres, el galanteo combina dos elementos diferentes. En primer lugar, la mujer muestra su sexualidad “para atraer al hombre; luego lo tranquiliza mediante un comportamiento infantil, con miradas tímidas, la cabeza inclinada hacia un lado y gestos suaves como los de un bebé. El hombre, trata de demostrar su masculinidad parándose muy erguido, gesticulando agresivamente y luego la tranquiliza asumiendo el comportamiento de un niño afectuoso.
El comportamiento paralelo de los humanos con los animales en la seducción, procede del real peligro físico que involucra el galanteo pues el macho se arriesga a un ataque furioso si la hembra no está en ánimo de recibirlo; cuando la hembra incita, algunas veces recibe un castigo antes para que el macho se sienta seguro, y tenga la certeza de que su compañera no se volverá contra él, y no constituirá una amenaza. De esta manera el galanteo entre los animales generalmente consta de dos etapas: primero, uno debe atraer sexualmente al compañero; luego debe conseguir que éste deje de temer un contacto más próximo. Algunas veces usan el recurso de imitar a las crías jóvenes para obtener la confianza de la hembra. El macho del pájaro carpintero suele invitar a la hembra a su nido imitando la actitud del pichón que pide comida. Cuando galantea el macho del hámster imita el grito de las crías.
El galanteo encierra verdaderos riesgos emocionales, aunque son muy pocas las personas que tienen idea de ello. El recato y el comportamiento infantil registrados por la cámara de cine son prueba de ello. El doctor Kendon (**) narra que una vez habló de su teoría sobre el galanteo a una feminista, que luego de pensar un rato, le dijo: “puede que usted tenga razón, pero si es así, la mujer tendrá que cambiar. El recato no es mi idea sobre lo que debe ser la nueva mujer”. Pero, si la teoría de Kendon es acertada, no podrá cambiar, porque si una mujer —o un hombre— no logra atraer y luego captar la confianza de su pareja, dejará de existir la seducción.
(*) BIRDWHISTELL, R: El lenguaje de la expresión corporal. ED. Gustavo Pili, Barcelona 1979.
(**)Adam Kendon es una autoridad del mundo sobre el tema del gesto, investigó los sistemas de signo en Papua Nueva Guinea y los Aborígenes Australianos.
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