08 noviembre 2010

LA PEDADOGA MARIA DE MAEZTU.





María de Maeztu Whitney, nació en Vitoria en 1882. Su padre cubano de origen navarro era terrateniente, su madre era hija de un diplomatico inglés. Tuvierón cinco hijos. La inesperada muerte de Manuel en Cuba, dejó a su familia en la ruina.


Juana madre de Maria mujer de fuerte personalidad, se trasladó con sus hijos a Bilbao y montó una residencia de señoritas en la que podían cursarse estudios. María estudió Magisterio y más tarde Derecho, y en ella su madre tuvo una precoz y eficaz colaboradora. En 1902 empezó a ejercer su profesión de maestra. Inteligente, nerviosa, vibrante, locuaz, sin tiempo para ser femenina vestia sin coquetería. Destaca por su elocuencia, sus claros conceptos y sus ideas revolucionarias sobre la enseñanza, formuló uno de sus conocidos principios pedagógicos: “Es verdad el dicho antiguo de que la letra con sangre entra, pero no ha de ser con la del niño, sino con la del maestro.”

Perteneció a varias organizaciones feministas y a la Institución Libre de Enseñanza, lucho para defender los derechos de la mujer. Su labor como conferenciante fue extraordinaria, su gran talento oratorio llenaba las salas para escuchar sus “Conferencias pedagógicas”. María combatio la teoría de que la mujer es inferior al hombre, física, intelectual y moralmente, por ser más pequeño su cerebro que el del hombre, según las teorías de Moebius. La mujer –decía– debe tener las mismas opciones culturales que el hombre. Debe ir al matrimonio con igualdad de derechos y deberes. Es preciso que se abran a la mujer horizontes en iguales condiciones que el hombre, sin que tenga que depender de él. Precisa ponerla a su nivel y hacer de ella no sólo la compañera que anima la lucha, sino la que une su esfuerzo al de su compañero y sigue sus huellas cuando los reveses y el cansancio hacen que él desfallezca. Y cuando la mujer tenga medios de vencer en la lucha por la existencia, irá al matrimonio, no mirándolo como la tabla de salvación y aceptando a cualquiera, sino eligiendo y siguiendo los impulsos de su corazón. Justificaba el divorcio por ser el único camino que queda cuando los cónyuges no han logrado identificarse.

Arremetía contra la injusticia que supone el perdonar todas las faltas de los hombres y execrar a la mujer a quien se engaña. Su finalidad era la emancipación social y económica de la mujer, combatiendo el criterio de educar a la mujer sólo para el hogar y no para la sociedad que comparte con el hombre. La ignorancia de la mujer era la causa de la barbarie y que con su instrucción estaba asegurado el triunfo de la libertad, la igualdad y la fraternidad”.

En Madrid, bajo la dirección de María de Maeztu, inagura la Residencia Internacional de Señoritas en 1915, regida por las mismas normas de la célebre Residencia de Estudiantes, creada por la junta para Ampliación de Estudios. Allí se acogía a las estudiantes que, procedentes de toda España, iban a estudiar a Madrid, en un ambiente de convivencia humana y cultural que completaba el de la Universidad. Había un pabellón destinado a las personalidades intelectuales femeninas extranjeras que visitaban nuestro país y que, en aquel tiempo, se veían obligadas a albergarse en conventos, lo cual no siempre era del agrado general. Las residentes estaban en contacto con profesores, escritores, artistas nacionales y extranjeros, que daban conferencias, realizándose toda clase de intercambios culturales, en tertulias, lecturas comentadas, representaciones, conciertos, visitas a museos, excursiones a ciudades y pueblos. La Residencia de Señoritas tuvo gran significación para la cultura femenina española.

El diplomatico chileno Carlos Morla dejo escrito una descripción de la pedagoga: “María de Maeztu es una mujer de calidad excepcional, en extremo culta y de una actividad asombrosa... Su actuación en la Residencia de Señoritas es sencillamente prodigiosa y ha hecho mucho por la cultura femenina en España.


El 10 de mayo de 1918, un Real Decreto daba paso a la creación del Instituto-Escuela. Se trataba de ensayo pedagógico de Segunda Enseñanza bajo el patrocinio de la Junta para Ampliación de Estudios. María, fue llamada a dirigir la Sección Primaria. El Instituto-Escuela de Segunda Enseñanza comprendía una sección preparatoria de niños y niñas, el internado y las clases de alumnas de bachillerato, no había libros de texto, sino un cuaderno de trabajo donde los alumnos anotaban las explicaciones del profesor. No se estudiaba de memoria. Siempre que era posible las clases se celebraban al aire libre. Se hacían excursiones y mucho deporte. La enseñanza de lengua se estudiaba con ejercicios especiales de dicción, de vocabulario, de lecturas, de recitación, de redacción, de literatura, de narración y composición. La Geografía, con prácticas de cartografía y construcción de mapas en relieve, de arcilla y de cartón. Las lecciones de Historia se enriquecían con visitas al Museo Arqueológico, al del Prado, al del Arte Moderno y, sobre el terreno, en los lugares históricos. El estudio de las Matemáticas se facilitaba con toda clase de material capaz de dar amenidad a la asignatura. La Biología, la Botánica y la Zoología no sólo se estudiaban en las colecciones del Instituto, sino también con excursiones al campo y visitas al parque Zoológico y al Museo Nacional de Ciencias Naturales.


Las innovaciones, docentes del Instituto-Escuela, fueron motivos de particular escándalo para quien consideraban un gran disparate la coeducación de niños y niñas, y la libertad o ausencia de religión en las clases. En 1926 se fundaba en Madrid un Lyceum Club Femenino, bajo la presidencia de María de Maeztu, con las mismas características de los ya existentes en Europa. Maeztu venía trabajando en sus bases y desde un principio ella abogaba por un club mixto, pero tuvo que aceptar el reglamento internacional que regía en Europa. Los Estatutos de la Asociación, eran ajenos a toda tendencia política o religiosa. España no tenia un club, como los que tienen la mujeres europeas, tratamos de fomentar en la mujer el espíritu colectivo, facilitando el intercambio de ideas actividades que redunden en su beneficio; aunando iniciativas y manifestaciones de índole artística, social, literaria, científica, orientadas al bien de la colectividad”. El Lyceum Club, era un centro cultural donde María de Maeztu organizaba cursillos, conferencias, conciertos, exposiciones, a cargo de intelectuales, científicos y de artistas nacionales y extranjeros.

Cultura y progreso espiritual de la mujer., no era aceptado por los elementos clericales ya que no portaba el sello confesional. La Iglesia organizo una campaña de desprestigio, en Iris de Paz, se calificaba a las socias del Lyceum de mujeres “sin virtud ni piedad”, con “las piernas al aire”; se insinuaba “con todo”, en donde la mujer perdía el sentido de la propia dignidad, “verdadera calamidad para el hogar y enemigo natural de la familia y en primer lugar del marido, cuya autoridad se invoca para poner coto a tantos males”. Se aseguraba que los hijos “de esas señoras altruistas eran muy desgraciados, “gravísimo peligro que amenaza a nuestra fe y a nuestra sociedad” y concluía: “La sociedad haría muy bien recluyéndolas como locas o criminales, en lugar de permitirles clamar en el club contra las leyes humanas y las divinas. El ambiente moral de la calle y de la familia ganaría mucho con la hospitalización o el confinamiento de esas féminas excéntricas y desequilibradas”. La Junta del Lyceum, soportó con indiferencia las embestidas nacidas de la ignorancia y el fanatismo.


Fue nombrada doctora Honoris Causa del Smith College (Estados Unidos).


Cuando su hermano el escritor Ramiro de Maeztu y dirigente fascista, fue fusilado en 1936 en la cárcel de Las Ventas. María, abandonó España y se instaló en Buenos Aires.

El Lyceum Club, en 1939, fue confiscado por la Falange y la Sección Femenina lo convirtió para convertir con complices religiosos en un refugio de la mujer cristiana.

Fuente: Antonina Rodrigo, Mujeres para la historia.

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