Se denomina pliego de cordel a los impresos en pliegos atados a un cordel o caña, formando un cuadernillo de pocas hojas. que distribuían los ciegos cantores desde el surgimiento de la imprenta, por ciudades villas y poblados durante el siglo XV al XVIII, que recorrían los caminos incitando a las gentes a la lectura.
Estas obras populares crearon un género literario. El pliego, que nació con la imprenta, sirvió de vehículo para la propagación literaria, considerados hoy como prestigiosos, respetables y conservadores de un teatro nacional oscurecido por el neoclasicismo del siglo XVIII
Incluían como temas romances de cautivos, canciones amorosas, milagros, lírica y los “históricos” crímenes de carácter político, religiosos y temas diversos de interés para el público lector. Los impresores determinaban sus obras con calificaciones adaptándose a la necesidad de sus lectores: “Nuevo romance”, “dulce tratado”; “canción nueva”; “breve relación”; “sátira compuesta”; ó “canción lírica”
Su extensión variaba en función del tema propuesto; iba en cuadernillos ocho, dieciséis o treinta y dos páginas. En todo caso su precio era barato, comparado con los gigantescos libros de caballerías, y por eso llegaba a un abanico de público lector mucho más amplio y variado que el resto de la producción impresa. Se solía divulgar en las ferias y algunos los coleccionaban, formando los llamados Cancioneros.
Las constantes que se pueden observar en los romances de ciego en la introducción del tema son:
· su acusado esquematismo, de claras raíces medievales.
· su promoción oral a través del ciego, que incitaba a la lectura curiosa.
· frecuentes invocaciones a la Virgen o a la fama.
· razones morales para justificar la composición.
· poner de relieve lo desmesurado de la historia para preparar el ánimo del espectador o atraer su atención.
· preocupación por la verosimilitud
· mayor brevedad en el desenlace.
· identificación del autor.
· petición de perdón por las faltas cometidas.
· alusión directa al auditorio.
. amplias ilustraciones grabadas y exagerado sensacionalismo.
Su calidad estética era escasa, presentaba las características formales y temáticas propias de la literatura popular de consumo masivo y fungible. Su valor sociológico era evidente, y tuvo importancia como medios más frecuentes de difusión de la lírica y del Romancero así como de las narraciones de aventuras. Ofrecen una continuidad de sorpresas, debido al desarrollo de la imprenta y a sus conexiones con la literatura “culta” y el teatro.
Los estudios bibliográficos realizados por Rodríguez Moñino, le han llevado a afirmar: “…creemos frente a lo hasta aquí establecido, que las dos grandes fuentes de difusión del romancero español entre la masa popular han sido los pliegos sueltos poéticos. Otro aspecto relevante en la literatura de cordel, es la creciente importancia de los pliegos como transmisores de la poesía. Durante los siglos XVIII y XIX se van abandonando las publicaciones de textos del romancero “viejo”, salvo algunos como “El Conde Alarcos”, “Gerineldo”, conservados, por sus valores melódicos.
Son reconocidas las conexiones de los pliegos con los dramas románticos del XIX. Resúmenes más o menos logrados, alcanzaron grandes tiradas, como “Don Juan Tenorio”, “Los amantes de Teruel”, “La molinera y el corregidor”, “El Trovador”. Tan Importante ha sido la contribución de la literatura de cordel respecto al teatro, que lleva a sostener a Manuel Alvar: “…los pliegos de cordel habían perpetuado un teatro nacional en los momentos de mayor afrancesamiento del país…”; “…el teatro suprimido se: transformó en pliegos de cordel. También fue un valioso instrumento de información y de propaganda política hasta el definitivo triunfo del periodismo en el siglo XIX, lo que disminuyó la eficacia del pliego.
Comentario:
Hubo censores que desde su pedestal de presumidos privilegiados, y EN INADMISIBLE ACTITUD SOCIAL. denominaron al cordel como infraliteratura, opinión cruel de clases que consideran este género como prototipo del “mal gusto”, se comparaba lo vulgar con lo popular desmereciendo al pueblo llano, sin consideración a la cultura del débil. Esta cruel calificación olvida a un pueblo desafortunado que en el siglo de Oro, tenia una media del 65 % de analfabetos, responsabilidad de un sistema inútil de escolarización, donde lo importante era enseñar rezos y bordados de bolillos. La mentalidad ilustrada no pudo impedir la difusión de los pliegos hasta entrado el siglo XX,
Fuentes. “Literatura Popular en España en los siglos XVIII y XIX” (Una aproximación a los pliegos de cordel). Joaquín Marco. 2 Vols. Edit. Taurus 1977
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