14 septiembre 2010

EL HUMANISMO EN LA REFORMA

El bello ideal de los humanistas, la unión en confraternidad de saber y de goce artístico con otros hombres resulto irrealizable porque lo ambicionaban solamente un corto numero de llamados y para un numero aún menor de escogidos. Constituía una elite intelectual desdeñosa de aquellos que trabajaban sin disfrutar de una hora para cultivar en si el sentido de la belleza.

Hubo humanistas como por ejemplo Erasmo, que se nos muestre como dominado desde gran altura por la inteligencia y por la ironía de las disputas religiosas y a las disensiones políticas a que se entregaban furiosamente sus contemporáneos: pero esa superioridad de pensamiento queda reducida a nada sino se trasforma en acción,; si no tuviera la minima participación en la vida general de los pueblos, arrastrados por el remolino de los acontecimientos. Se alejan para evitar comprometer la necesaria tranquilidad para la elaboración del pensamiento, y la preparación de frases exquisitas para su publico elegido. Erasmo el gran pensador, es también el hombre que cerro su puerta al fugitivo Ulrico Von Hutten y no quiso verse comprometido con su antiguo amigo.
Los humanistas eran “superhombres” y como tales se hallaban fuera de la humanidad, se habían realizado demasiados progresos en todos los sentidos, abundaban ya notabilísimos descubrimientos en el espacio y en el tiempo; la industria y el comercio acrecentaban de tal modo la extensión de sus dominios y la variedad de sus aflicciones y al mismo tiempo aumentaba el tesoro de conocimientos humanos en tales proporciones que la sociedad cambiando su punto de apoyo, se vio forzosamente obligada a tomar formas nuevas. Sin embargo, cambios de esta naturaleza, no se hacen de manera que realicen lógicamente las consecuencias de los principios invocados por los innovadores y revolucionarios, conformes con lo resultante de todas las fuerzas en lucha, representan el término medio del estado social, con sus innumerables contradicciones, con todas las supervivencias, del pasado más o menos resistentes, entremezclándose con las imágenes rudimentarias de las realizaciones futuras. El Movimiento intelectual moral del Renacimiento, obligado a tomar cuerpo en la sociedad ambiente, debió acodarse al termino medio de las concepciones religiosas, morales y políticas, encarnándose en instituciones muy inferiores a su tendencia natural.
No puede negarse que el Renacimiento tomado en el circulo estrecho de sus intelectuales y artistas, fue en su esencia muy superior a la Reforma: Abría el espíritu humano a la razón, buscaba la verdad pura, pero desmoralizándose para constituir la Reforma, incorporándose en la masa del pueblo, tomaba preocupaciones, ante todo, la primera de todas, la unión de cosas humanas a la autoridad divina, por haberse despojado todavía de la idea de una existencia superior (Nietzsche en la Volonté de Puissance) Desde el punto de vista histórico la Reforma es el aborto del Renacimiento.(Jules Baissac, Societé Nouvelle 9/1896) .
Apoyándose sobre el mismo principio que la forma católica apostólica del cristianismo, el conjunto de las sectas que se conocen con el nombre de protestantismo, no es, pues, una “verdadera reforma”, ya que en todo tiempo germinó como matas de hierbas silvestres, alrededor de la Iglesia, El protestantismo había surgido en diversas épocas y sobre muchos tiempos de Europa, antes de tomas forma definitiva en Alemania, con las tesis de Lutero públicamente afirmadas. Sin hablar de sus antecesores, que recitaban en los valles de los Alpes, ni de Wiclef cuyo protestantismo era mucho más revolucionario que el fraile agustino Lutero, ni de Juan Huss, que supo morir por su fe, Lutero había podido oír todo lo que repitió ante Carlos V. Cerca de dos siglos antes. Petrarca campeón de la Iglesia, había anunciado la caída de la gran organización eclesiástica a la que pertenecía: No es necesario ser profeta decía; bata el juicio más sencillo para darse cuenta de que el papado está en la pendiente de una ruina inevitable”.
Lorenzo Valla, que fue protegido por la opinión publica y protegido hasta su muerte, se había dirigido contra el papa, no menos violento y animoso que el religioso alemán: “Me propongo ahora escribir contra los vivos, no ya contra los muertos, contra una autoridad pública y no contra una autoridad privada. Contra el papa, ceñido no solo de la espada laica, sino también de la espada espiritual del episcopado supremo. De modo que no es posible defenderse de el, de su excomunión, de su execración ni de su anatema detrás de ningún escudo de príncipe y podría decir con la Biblia: ¿Donde huiré de tu presencia y del soplo de tu boca?
En los mismos concilios, que discutieron en Basilea y Constanza, las cuestiones dogmáticas, y las de la moral religiosa, colocándose sobre el papa y contra el, estaban animados de un verdadero espíritu protestante. No faltaba a los doctores y a los prelados más que un poco de audacia y de sinceridad para anticiparse a la Iglesia, como después lo intento Lutero dirigiéndose al poder laico, Más aun una fuerza mayor que la del protestantismo latente, anhelando la Reforma por la excitación de la fe religiosa : esa fuerza era el verdadero espíritu antirreligioso.
Rabelais obispo francés, el que con razón o sin ella, se cree fue el autor, de la más ruda sátira contra la Isla Sonante y todos sus pajarracos”, no se digno abandonar la estola y el hisopo: permaneció cura, convencido que bajo el vestido severo del pastor calvinista, hubiera estado más ridículo todavía.
La Reforma estudiada exclusivamente desde el punto de vista de la evolución religiosa, no es más que una tentativa de “renacimiento o purificación del catolicismo, lo mismo que el Renacimiento había sido en el estudio y en el arte. Los protestantes fueron católicos más ardientes que los papas y los prelados, en tanto que estos se acomodaban fácilmente a las modificaciones causadas por el tiempo y no cuidaban de parecerse a San Pablo y a los apóstoles, los fanáticos reformadores remontaban, en su tenaz investigación del pasado, tan lejos como lo permitía su erudición, más allá de Jesús y sus discípulos.

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