14 octubre 2010

EL SUEÑO DEL EMPERADOR INCA EN EL MACHU PICCHU (PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD.





Machu Picchu está en la Lista del PATRIMOMIO MUNDIAL de la Unesco desde el 1983, como parte de un conjunto cultural llamado el Santuario Historico del Machu Pichu. En julio de 2007, Machu Picchu fue declarada como una de las nuevas maravillas del mundo en una ceremonia realizada en Portugal, con la participación de cien millones de votantes del mundo entero.

Las montañas Machu Picchu y Huayna Picchu son parte de una gran formación orográfica conocida como Batolito de Vilcabamba, en la Cordillera Central de los Andes Peruanos. Se encuentran en la rivera izquierda del llamado Cañón del Urubamba, conocido antiguamente como Quebrada de Picchu. Al pie de loas montañas corre el río Vilcanota-Urubamba. ”río sagrado” de los incas. Las ruinas se encuentran a medio camino entre las cimas de ambas montañas, a 2.438 metros sobre el nivel del mar. La superficie edificada es aproximadamente de 530 metros de largo por 200 de ancho, contando con 172 edificios en su área urbana.

Machu Picchu “Montaña Vieja”, es el nombre que se da al antiguo poblado inca andino. Construido en piedra a mediados del Siglo XV en el promontorio rocoso que une las montañas en la vertiente oriental de los Andes Centrales al sur del Perú. Según documentos descodificados Machu Picchu habría sido una de las residencias de descanso de Pachacútec, primer emperador inca, que vivio entre 1438-1470. Aunque algunas de sus mejores construcciones son de carácter ceremonial y santuario religioso. Los expertos han descartado, su carácter militar. Es considerada una obra maestra de la ingenieria y arquitectura.

La quebrada de Picchu, ubicada a medio camino entre los Andes y la floresta amazónica, fue una región colonizada por poblaciones de las montañas no selváticas, que llegarón desde las regiones de Vilcabamba y del Valle Sagrado, a Cusco, en busca de tierras de cultivo. Una explosión demográfica se produce desde el año 900 de nuestra era, por grupos no documentados históricamente pero que posiblemente estuvieron vinculados a la etnia Tampu del Urubamba. Se cree que estos pueblos podrían haber formado parte de la federación Ayamarca, rivales de los primeros incas del Cusco.

Hacia 1440, fue conquistada por Pachacútec que impresiono al monarca por sus peculiares características dentro de la geografía sagrada cusqueña y mandó construir un complejo urbano con edificaciones de gran lujo civiles y religiosas. Machu Picchu no era ningún complejo aislado, por lo que el mito de la “ciudad perdida” y del “refugio secreto” de los emperadores incas carece de fundamento. Los valles que confluían en la quebrada formaban una región densamente poblada que incrementó espectacularmente su productividad agrícola a partir de la ocupación inca, en 1440. Los incas construyeron allí centros administrativos, y abundantes complejos agrícolas formados por terrazas de cultivo. La comunicación intrarregional era posible gracias a las redes de caminos incas: 8 caminos llegaban a Machu Picchu. La pequeña urbe de Picchu se llegó a diferenciar de las poblaciones vecinas por la singular calidad de sus principales edificios.

A la muerte de Pachacútec, y de acuerdo con las costumbres reales incas, ésta y el resto de sus propiedades personales habría pasado a la administración de supanaca, que debía destinar las rentas producidas al culto de la momia del difunto rey. Machu Picchu debió perder parte de su importancia al tener que competir en prestigio con las propiedades personales de los emperadores sucesores.

La guerra civil inca y la irrupción española en el Cusco en 1534 debieron afectar considerablemente la vida de Machu Picchu. La masa campesina de la región estaba compuesta principalmente por mitmas, colonos de diferentes naciones conquistadas llevados a la fuerza hasta ese lugar, aprovecharon la caída del sistema económico cusqueño para retornar a sus tierras de origen.

Sabemos que el tributo de Picchu era entregado a los españoles una vez por año en el pueblo de Ollantaytambo, y no “recogido” localmente. De todas maneras, está claro que los españoles sabían del lugar, aunque no hay indicios de que apreciasen su importancia pasada. Los documentos coloniales incluso mencionan el nombre de quien era curaca de Machu Picchu en 1568: Juan Mácora. Que se llame “Juan” indica que había sido, al menos nominalmente, bautizado, y, por tanto, sometido a la influencia española.

Otro documento indica que el Inca Titu Cusi Yupanqui , que reinaba entonces en Vilcabamba, recibió a los frailes agustinos que acudieron a evangelizar ”Picchu”, lo que hace suponer que en su deseo de extirpar las creencias idolatras ” podrían haber llegado al sitio y haber tenido que ver con la destrucción e incendio del Torreón del Templo del Sol.

El soldado español Baltasar de Ocampo escribió a fines del Siglo XVI sobre un poblado “en lo alto de una montaña” de edificios “suntuosísimos” y que albergaba un gran acllahuasi (Casa de las escogidas) en los últimos años de la resistencia inca.

Tras la caída del reino de Vilcabamba en 1572 y la consolidación del poder español en los Andes Centrales, Machu Picchu se mantuvo dentro de la jurisdicción de diferentes haciendas coloniales que cambiaron varias veces de manos hasta tiempos republicanos (1821). No obstante, ya se había vuelto un lugar remoto, alejado de los nuevos caminos y ejes económicos del Perú. La región fue prácticamente ignorada por el régimen colonial (que no mandó edificar templos cristianos ni administró poblado alguno en la zona), el sector agrícola de Machu Picchu no parece haber estado completamente deshabitado ni desconocido. Sus principales construcciones, sin embargo, las de su área urbana, no parecen haber sido ocupadas y fueron ganadas pronto por la vegetación del bosque nuboso.

Una investigación actualmente en curso divulgada recientemente revela información sobre un empresario alemán llamado Augusto Berns, quien había “descubierto y explotado en 1867″ las ruinas y fundado una empresa “minera” para explotar los presuntos “tesoros” que albergaban (la “Compañía Anónima Explotadora de las Huacas del Inca”). De acuerdo a esta fuente, entre 1867 y 1870 y con la venia del gobierno de José Balta , la compañía habría operado en la zona y luego vendido “todo lo que encontró” a coleccionistas europeos y norteamericanos.

En 1870, el norteamericano Harry Singer realiza por primera vez un mapa con la ubicación del Cerro Machu Picchu y se refiere al Huayna Picchu como “Punta Huaca del Inca”. El nombre revela una inédita relación entre los incas y la montaña e incluso sugiere un carácter religioso (una huaca en los Andes Antiguos era un lugar sagrado).

Las primeras referencias directas sobre visitantes de las ruinas de Machu Picchu indican que Agustín Lizárraga, un arrendatario de tierras cusqueño, llegó al sitio el14 de julio de 1902 guiando a los también cusqueños Sánchez, Palma y Ochoa. Los visitantes dejaron un graffiti con sus nombres en uno de los muros delTemplo de las Tres Ventanas que fue posteriormente verificado por varias personas. Existen informaciones que sugieren que Lizárraga ya había visitado Machu Picchu en compañía de Luis Béjar en 1894.

Hiram Bingham, un profesor norteamericano de historia interesado en encontrar los últimos reductos incas de Vilcabamba oyó sobre Lizárraga a partir de sus contactos con los hacendados locales. Llegó a Machu Picchu en junio de 1.911, guiado por otro arrendatario de tierras, Melchor Arteaga, y acompañado por el sargento Carrasco de la guardia civil peruana. Encontraron a dos familias de campesinos viviendo allí: los Recharte y los Álvarez, quienes usaban los andenes del sur de las ruinas para cultivar y bebían el agua de un canal inca que traía agua de un manantial. Pablo Recharte, uno de los niños de Machu Picchu, guió a Bingham hacia la “zona urbana” cubierta por la maleza. Bingham quedó muy impresionado por lo que vio y gestionó los auspicios de la Universidad de Yale, la National Geographic Society y el gobierno peruano para iniciar de inmediato el estudio científico del sitio. Así, con varios técnicos y un grupo de trabajadores de la zona, Bingham dirigió trabajos arqueológicos en Machu Picchu en 1912 a 1915 período en el que se despejó la maleza y se excavaron tumbas incas en los extramuros de la ciudad. La “vida pública” de Machu Picchu empieza en 1913 con la publicación de todo ello en un artículo en la revista de la National Geographic.

Bingham tuvo el mérito de ser la primera persona en reconocer la importancia de las ruinas, estudiándolas y divulgando sus hallazgos. Los criterios arqueológicos empleados no fueran los adecuados desde la perspectiva actual, aunque la polémica que hoy envuelve la irregular salida del país del material arqueológico excavado (que consta de al menos unas 46.332 piezas) y que hasta el 2009 no ha sido devuelto al gobierno peruano

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