Los científicos, encontraron las esporas de la bacteria Carnobacterium pleistocenium, que fueron halladas en Alaska en el 2005, y que se logro “resucitar” o mejor explicado hacer salir de su letargo, de su largo sueño que duro 32.000 años. Los científicos aseguran haber revivido esporas de 250.000 millones de años. Lo que equivale a una vida casi eterna (aunque no vivida) .
La vida no desaparece de forma fácil si hacemos referencia a algunas formas de vida microbiana, que son capaces de sobrevivir a la radiación ultravioleta, y en carencia absoluta de alimento, sin agua, bajo temperaturas extremas de congelación hasta las de ebullición, y que resisten los desinfectantes específicos creados para destruirlos.
Estos microbios, logran esta autodefensa, cambiando de estado y convirtiéndose en esporas, algo similar a como hace un armadillo o una tortuga escondiéndose debajo de una caparazón defensivo y vivir latentes, bajo las condiciones citadas, miles y miles de años.
El parque Nacional de Yellowstone, en el norte de la costa del Pacifico en EEUU, tiene fuentes de aguas termales cercanas a los 100º C, punto de ebullición del agua, que además contienen un grado de acidez cercano al ácido sulfúrico, un clavo es disuelto pos esas aguas y las bacterias resisten de forma permanente el agua hirviendo.
Este hábitat que parece imposible de ser habitado por ser vivo, contiene vida, vida microscópica, uno de los más presentes es la bacteria Termas Aquaticus, que los científicos genéticos capturan para obtener copias con fragmentos de ADN. No esta solo este microorganismo, sino que hay muchos más que se detectan por los pigmentos de las ricas donde se muestran con sus vivos colores. Y más increíble, dentro de microorganismos puede habitar un virus, tras resistir las barreras de las aguas termales inhóspitas para la vida.
La naturaleza encierra secretos sin descuribir que soprprende la capacidad de compresión humana actual.
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