El Océano Atlántico, conocido en la época como “mar de las tinieblas” era fuente de leyendas, ya que se creía era el limite de la tierra y más allá estaban situados los infiernos, en 1377 el escritor Ibn Khaldun imagina que este mar es muy difícil de navegar, porque los vapores que se elevan desde la superficie del agua imposibilitan la navegación, los rayos del sol reflejados en la tierra no alcanzan estas lejanas regiones. El vasto mar, abierto quizás a los santos, pasaba por no ser permitido a los hombres, como lo repite Dante en su “Divina Comedia”: Hércules ha plantado sus dos marcas sobre las columnas del estrecho para que nadie se atreva a rebasarlas.
Los intereses de Europa y no solamente los de Portugal, exigían que el mar de las tinieblas fuera también reconocido, que la redondez de la Tierra, fuese explorada y Lisboa fuera de los limites de Gibraltar y Ceuta fuese el punto de partida para los futuros descubridores. A final del siglo XIII el genoves Pezagno al servicio del rey Diniz lo intento como gran almirante del reino, así dos siglos antes de Colón, dos galeras genovesas, a expensas de un Doria y de los hermanos Vivaldi, habrían navegado a las Indias por occidente, pero no volvieron. Este funesto viaje según D’Avezac, tuvo lugar hacia 1275.
En 1484 otro aventurero genovés estaba en Lisboa buscando fortuna, era un marino hábil que había recorrido regiones lejanas, como Canarias y hasta las de Guinea; había visto Inglaterra y llegado hasta Islandia. Lo que a la sazón se proponía era bogar directamente a las Indias dirigiéndose al Oeste, siguiendo la marcha del Sol. “Puesto que la Tierra es redonda” decía con Pitágoras y Aristóteles, con todos los sabios de la época y con los cartógrafos que construian esferas celestes “puesto que la tierra es redonda, es natural realizar singladuras sobre su redondez a través de las olas del Océano Atlántico. Siguiendo esta vía los barcos arribarian a las costas orientales de Asia. El caso está en saber si las distancias son tales que sean infranqueables a una expedición equipada para uno o dos meses de viaje.
En aquella época preparatoria de grandes descubrimientos había entre los humanistas opiniones muy diferentes sobre el tamaño real de la Tierra, la poderosa autoridad de Erastótenes daba una dimensión de 252.000 estadios, esto es superior cerca de una séptima parte a las dimensiones reales del planeta (traducido a la medida actual 46.000 kilómetros),
La otra opinión fundada sobre las medidas calculadas en el Eufrates por Al Mamun, evaluaba en una distancia demasiado corta, de una sexta parte la longitud del contorno planetario. Colón ateniéndose a esta versión daba forma precisa a la medida de la Tierra. ¡El mundo es poco!, la tierra es pequeña
También se apoyaba en la versión errónea del escriba judío Esdras, quien afirmaba que la tierra emergida se extiende sobre las seis séptimas partes del globo y que por tanto el mar que baña el mar por occidente no puede ser muy ancho.
Una causa de error más considerable aún en los elementos preliminares de la empresa colombina, procedía de que los mapas representaban al mundo antiguo con una dimensión muy superior a la realidad.
Séneca había ya dicho como Roger Bacon, Pedro de Aylly y otros habían repetido, que “con buen viento bastarían pocos días para atravesar el mar, además -y esto ayudaba al marino en sus ilusiones- los insulares de Canarias, solían ver en sus playas frutos y ramas de especies extrañas, y a veces productos elaborados de una industria humana desconocida, y atribuian esos restos a una gran tierra situada hacia occidente.
Los islandeses conservaban en su memoria los viajes fallidos de sus marinos a occidente.
Los historiadores se inclinan a otorgar una virtud sobrehumana a los hombres que ofrecieron su vida al aventurarse al Mar de las Tinieblas, para soportar las grandes tormentas del gran Oeste, para el descubrimiento de islas, y de costas lejanas, soportando desgracias.
La gloria del descubrimiento recayó sobre Colón considerándolo como una persona de carácter sobrehumano, sus rasgos personales no fueran superiores al termino medio de sus contemporáneos e incluso muy inferior a algunos.
Los relatos de la época nos dicen que huyo de Portugal, donde se hallaba endeudado, y tuvo que luchar penosamente para hacer que su proyecto fuera acogido por los soberanos de Castilla y de Aragón. Isabel y Fernando.
El descubrimiento es aquel que había previsto Eratomenes en su libro I Strabon, cuando anunciaba que en la inmensidad de los mares, que separan Asia de Europa occidental, existía un segundo continente habitado. Colón no desembarco en Asia, sino en aquellas tierras cuya denominación actual honran al piloto florentino, que le siguió. Los itinerarios que realizó en el mar del Caribe, tenián empeño en reunir riquezas, adquirir territorios, asegurarse rentas y monopolios, y fundar una familia bien dotada y poseedora de enormes tesoros. Verdad es que ese montón de oro había de servir para financiar la liberación del Santo Sepulcro, más no hizo el menor esfuerzo para dar a sus piadosos deseos la más ligera tentativa de realización; su celo religioso no llego en el primer viaje a embarcar a un capellán en sus carabelas.
El hecho real de que aparte de normandos hubieran llegado con anterioridad al continente americano, el fue el primero que habló las tierras de ultra-Atlántico, y un acontecimiento de esta importancia fue un gran beneficio durante muchos años. El hecho preciso es el de inscribir a Cristóbal Colón esta patente e inscribe su nombre en el gran libro de la historia, a el corresponde también las primeras observaciones de la declinación magnética, y las anotaciones en los anales de la navegación a través del Atlántico siguiendo el curso regular de los vientos: Abrió rutas de Europa a las Antillas con los vientos alisios y de las antillas a Europa con las corrientes de regreso. Bajo todos los aspectos el mundo entraba en una nueva era.
Florián
No hay comentarios:
Publicar un comentario